Por Johely Barrios Diaz, abogada y Editora de La Sociocultural.
Vicky Campoamor es poeta, escritora y psicóloga cubano-gallega. Activista feminista, antirracista y decolonial, lleva más de 15 años vinculada a movimientos sociales, formando parte activa de diversas asociaciones y colectivos en su ciudad de acogida, Santiago de Compostela en España. Actualmente, participa en la coordinación de la Casa Comunitaria Aluandê, Uhuru Valencia y Equipo La Madriguera.
Es autora del libro de ciencia ficción País Tierra (United Mids, 2022), forma parte de la antología Matria Poética (La Imprenta, 2023), que reúne voces migrantes del panorama poético actual, y es autora del poemario Cuando me llaman intensa (Plataforma Cero, 2024).
En paralelo a su labor literaria, Vicky ejerce como psicóloga y facilitadora de talleres sobre afrofeminismo, antirracismo y decolonialidad, ámbitos desde los cuales continúa tejiendo pensamiento crítico y acción transformadora.


La poesía arde o arde la poesía
Cuando me llaman intensa es el primer poemario de Vicky Campoamor. Es un artefacto emocional y combativo. Es el cuerpo de Vicky desplegado en páginas; también es una forma de mirar el mundo con las costillas abiertas. Este libro se cuela por las rendijas con una voz que no pide permiso ni perdón.
Hablar de Campoamor sin caer en los clichés del “furor”, del “grito”, del “dolor racial” como destino es ya un acto de resistencia crítica. Porque sí, su poesía incomoda, pero también hay una dulzura en sus versos, una suave luz que aparece cuando a ella le da la gana. Y aunque suena afilada, se mueve con una delicadeza que rara vez se concede a las autoras negras.
El libro se divide en tres movimientos, como si fueran respiraciones con distinto ritmo, que he denominado en mis propios términos.
I. La fractura: cuerpo, padre, maternidad
El primer movimiento habla del padre y de los abusos. Vicky sostiene el dolor con una precisión quirúrgica y una honestidad que raspa. Aparecen las maternidades vividas como consuelo, como duda, quizá como una trinchera habilitante para la autora. La identidad, cansada, se lamenta, se desgarra.
II. El amor, sin eufemismos
En el segundo movimiento, los amores aparecen sin maquillaje. Hay crudeza e ironía. Como cuando escribe:
Te regalé mis alas
y te las comiste
¿He de estar agradecida?
III. El mundo arde, la poesía también
La tercera parte del libro es una arremetida. El poema Treinta y siete asesinados lo escuché en vivo, de su voz, frente al CIE de Valencia. Una cárcel para quienes no caben en la idea blanca de frontera. Vicky leyó con una fuerza que no cabía en su cuerpo. No es metáfora: me ardía la piel al escucharla.
Este poemario no viene a gustar. Viene a dinamitar lo esperable. Campoamor elige la poesía, ese género que algunos creen elevado y puramente estético, como caballo de Troya. Y lo llena de sus verdades, de ritmos, de heridas. No se queda en la denuncia. No se encierra en el lamento. Este libro es una trinchera, pero también una ofrenda. Una forma de estar en el mundo desde los bordes, con lirismo y acidez, con dulzura no complaciente.
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