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En 1929, una joven de apenas 18 años presentó «Un Mundo» en el Salón de Otoño de Madrid y desconcertó al arte español. Ángeles Santos pintó sin escuela, sin permiso y sin red: solo con intuición, angustia y una imaginación desbordada. Su obra fue una revelación. Su vida, un laberinto.
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Plensa explora lo espiritual más allá de lo físico, transformando materiales como alabastro, metal y vidrio en figuras impregnadas de lirismo y simbolismo. Obras icónicas como “Julia”, en Madrid, nos conducen al silencio y la introspección, ofreciendo un refugio frente al ruido y la hiperactividad de la vida contemporánea.