Estuve a punto de eximirme de pensar y en su lugar buscar una definición que leí alguna vez, pero encontrar esa definición suponía más trabajo que intentar cortarla por mis propios medios. Esta nota es la indagación de esa definición, de cierto efecto que me produjo un cuento. No, ni siquiera un cuento, una frase. Se encuentra dentro del relato Todos estábamos a la espera, del colombiano Álvaro Cepeda Samudio, que a su vez se encuentra dentro del libro homónimo.
La frase es la siguiente: “Casi nunca llegaban al último round pues siempre alguien era tirado violentamente sobre la lona gris y un hombre con un corbatín le levantaba la mano al que se había quedado de pie y la pelea terminaba.”
Lamento tener que matar la frase para poder entender su efecto, pero así son las cosas, a veces hay que explicar el chiste para aprender a hacerlos. Como ese monje que desmembró un perro para descubrir cómo funcionaba la vida, y cuando lo armó el perro ya no corría, por más que lo patee un poco.
Evidentemente la frase hace referencia al boxeo, aunque en cierta ocasión, mirando un partido de fútbol, me preguntaron “¿por qué round van?” Y yo, que soy ácido por naturaleza y actor por necesidad, respondí que iban por el séptimo, y que ya lo estaban por noquear. Pero acá hablan de boxeo. Quitémosle una pata al perro: “...siempre alguien era tirado violentamente sobre la lona gris…”. Esta frase es el equivalente concreto de noquear. Violentamente expresa un modo. Gris es una adición visual. La elección de palabras del autor nos acerca a la acción. Es como si la viéramos por primera vez. Notamos, aunque ya lo sabíamos, que la caída es violenta. La lona puede ser azul, roja o amarilla, pero nos dice que es gris, quizá porque la veían desde un televisor en blanco y negro.
Sigamos con una pata de atrás, para que el perro no se caiga de boca. “...un hombre con un corbatín…”. ¿Qué pasa con el corbatín? ¿Por qué de repente parece tan raro? Dos tipos transpirados, en cuero, con cortes en la cara y unos muñones de goma en las manos. Y al lado un desconocido con un corbatín cuidando que no se maten. ¿Qué hace un corbatín en un ring? ¿No deberían quitárselo y llevarlo de urgencias a un bufete de abogados? La elección del corbatín no es para nada caprichosa. Imagino la cara que habrá puesto el autor, en algún momento de su vida, al disociarse tanto de la escena que al fin pudo notar lo fuera de lugar que queda un corbatín en un ring. Sin esa sensación no se pudo haber escrito esa frase. Ahora la otra pata de atrás, así el perro queda apoyado como un compás sin lápiz y barriendo el piso con la cola. “... le levantaba la mano al que se había quedado de pie y la pelea terminaba…”. ¿Por qué ahora nos parece raro que un hombre le levante la mano al ganador? Eso solo pasa en boxeo. No pasa en tenis, ni en ajedrez o en ping pong. Esto es porque en el boxeo, si uno de los dos no queda tieso en el piso antes del último round, la pelea se define por puntos. En los otros deportes el ganador es evidente. Nadie dice: “Este jugador hizo jaque mate, pero qué bien agarraba las piezas el otro ¿lo viste? Nunca por arriba, siempre por la base. ¡Qué cuidadoso!” Ahora que lo pienso, el knockout también es evidente, y sin embargo le levantan la mano al ganador. Pero hay que mantener las costumbres. También nos damos cuenta de que la pelea recién termina ahí. La termina el árbitro levantando un brazo.
¿Y ahora qué? Ahora que el perro monopata se arrastra por el comedor, nos damos cuenta de cuán útil era el trípode restante. Los artistas suelen jactarse de mirar desde otra perspectiva pero, tanto si me ubico en la primera fila, como si me ubico unas filas más atrás, o lo miro desde la tele, la pelea que veo es la misma. La perspectiva modifica todos los elementos, pero siempre desde un eje determinado. No me interesa cambiar de perspectiva, eso no es lo que hizo el autor. Él se sentó en el mismo lugar de siempre, y olvidó todo lo que había aprendido sobre boxeo. Solo entonces vió que un corbatín flotaba entre dos que se entienden a las manos y después se felicitan y salen a comer.
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