Mientras su consumo sigue en aumento, surgen debates sobre cómo evolucionará el formato en diálogo con la inteligencia artificial. Reflexionamos acerca del proceso de producción artística, su potencial para construir nuevos públicos y su papel clave en materia de accesibilidad.
Por Alan Levy (@a.e.levy), periodista y docente.

Fotografía: Cortesía de la ONCE.
En los últimos años, en consonancia con el crecimiento del consumo social de plataformas, el mercado del audiolibro creció exponencialmente en España. A fines de mayo de este año, el sitio Dosdoce.com, analizó algunos datos del informe anual del prestigioso distribuidor de libros digitales Bookwire acerca del mercado digital de ebooks y audiolibros en español en España, México, América Latina y Estados Unidos. A continuación, repasamos algunas de las principales figuras. En primer lugar, el mercado del audiolibro, partiendo de una base de distribución de 24.100 títulos, ha crecido, en 2024, un 37,8% en ingresos. En ese contexto, España creció un 38%, obteniendo una cuota de mercado del 57%, es decir, más del doble de EE.UU, que obtuvo un 27%. La suscripción es la principal fuente de ingresos de este sector, siendo, en 2024, el 88% del reparto total.
¿Y cuán rentable es? Según el informe elaborado por la consultora Grand View Research, el mercado de audiolibros en España generó unos 48,4 millones de dólares en ingresos durante 2024 y se espera que alcance los 197,6 millones de dólares en 2030. El género ficción fue el que más ingresos generó en 2024. Sin embargo, se espera que la no ficción sea la que registre el crecimiento más rápido en el futuro inmediato.
¿Quiénes son los jugadores de peso en el mercado español? ¿Cómo funciona el proceso de producción artística de audiolibros frente al avance voraz de las IA? Algo de eso intenta respondernos Juan Morali, Director artístico de audiolibros, ficción sonora y podcasts, con más de dos décadas de experiencia.
El universo creativo del audiolibro: interacciones y tensiones
Juan Morali es Licenciado en Artes Escénicas y Literatura Latinoamericana por la Universidad de Austin y especialista en desarrollo de contenidos transmedia. El experto indica que los grandes referentes del audiolibro son Penguin Random House y Planeta. La primera es una editorial con gran alcance mundial y la segunda cuenta con una presencia muy fuerte en el mercado español. A esto habría que sumar Audible, el servicio de audio de Amazon y, más recientemente, Spotify. De hecho, la reciente expansión de los audiolibros en Spotify y la posibilidad de acceder a ellos por suscripción, modifica las reglas del juego tal como ocurrió con los podcasts: se redefine qué está disponible y qué no en un servicio, y esto genera debates internos acerca de cómo se desarrollará la industria en el futuro inmediato.

Morali trabaja para Penguin, Planeta y Audible, y subraya que, para los dos primeros, el audiolibro es una extensión natural de su negocio editorial. Sin embargo, destaca que, según él, un audiolibro es “la experiencia de escuchar una historia. No es solo una lectura en voz alta, sino una forma artística de transmisión”. Su trabajo es, fundamentalmente, codo a codo con los productores que activan el proyecto. Les propone cómo llevarlo a cabo: qué voces usar, qué registros, si conviene un narrador único o varias voces o qué matices incorporar. Esto puede incluir la curaduría de actores, casting de voces, modificaciones en los textos y agregar efectos sonoros cuando la historia lo requiere. Un facilitador del proceso es su formación teatral, que contribuye a la búsqueda de una narración natural, menos impostada.
¿Qué tipo de proyectos crees que seguirán vigentes ante el avance de la inteligencia artificial?
Los proyectos que sobreviven son los que tienen un alto componente humano y artístico. Por ejemplo, cuando el autor es conocido y graba su propio texto, como en el caso de Pere Aznar, con quien trabajé en Beber. Era un relato íntimo, y su propia voz lo hacía auténtico. También perduran aquellos audiolibros narrados por grandes actores. Aitana Sánchez-Gijón grabó una novela de Elena Ferrante y su dominio del italiano fue clave. Ese tipo de proyectos no los va a reemplazar la IA. Aunque claro, muchos narradores talentosos pero anónimos se están quedando sin trabajo. Las editoriales priorizan voces famosas, autores conocidos o actores de renombre.
Ante este escenario, usted lleva a cabo talleres de Narración Creativa ¿En qué consisten?
En mis talleres, trabajo con narradores para que no sean solo lectores técnicos, sino creadores. Necesitamos una lectura auténtica, conectada, con matices personales. Les presento distintos géneros, les hago leer en voz alta, grabamos con micrófono. Se llevan piezas editadas que les sirven como carta de presentación. La próxima edición será en septiembre.
¿Hay géneros que funcionan mejor en audiolibro?
Yo diría que todos pueden ir: desde la novela más íntima, en primera persona, hasta las de acción más frenética, como las de Pérez-Reverte. El audiolibro no compite con el libro, por el contrario, lo complementa. La experiencia de escuchar una historia puede ser tan rica como leerla, aporta otra capa.
También se pone en juego la accesibilidad…
Por supuesto: hay personas que, por distintos motivos, no pueden leer, y encuentran en el audiolibro una vía de acceso. También hay un público joven que no está interesado en leer, pero sí en escuchar: no deberíamos ver al audiolibro como enemigo de la lectura sino como un aliado.
¿Cómo se articula lo artístico frente al avance de la IA?
La IA no piensa: calcula. Le falta el matiz, la emoción, la pausa significativa. A veces me pregunto “¿En el futuro me quedaré sin trabajo?” Mi respuesta es no: incluso una IA necesitará una guía artística. Además, el audiolibro representa una forma de liberación frente a la saturación de pantallas, lo cual es un valor en sí mismo.
La historia reciente nos muestra que hay un retorno al objeto físico: vinilos, CDs e incluso casettes pueden ser buenos ejemplos ¿Qué posibilidades hay de vincular un objeto con el audiolibro?
Muchas, de hecho, está sucediendo. Hice una colección de poemas de Cervantes y soñaba con que incluyera un QR para escuchar la música. Hay un deseo de reconectar con lo tangible.
¿Cómo ve el futuro del audiolibro en España?
Hoy estoy muy enfocado en la ficción sonora. Es lo que más se acerca al cine sin imagen: estamos fragmentando los contenidos en episodios de 20 minutos. De esta forma es más digerible, más consumible. También adaptamos clásicos con una mirada contemporánea, con varios guionistas y consultores: la idea es mantener el espíritu de la obra, pero acercarla al público de hoy.
Accesibilidad en foco: el audiolibro como herramienta para garantizar el derecho a la lectura
Para algunos colectivos, el audiolibro no representa una tendencia, un emergente o una moda sino que está en el centro de la accesibilidad y el derecho a la lectura. Tal es el caso de las personas ciegas que, en España, tienen representación en la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE). Carmen Bayarri, Directora del Servicio Bibliográfico de dicha entidad, nos explica que su misión es garantizar que todas las personas ciegas o con discapacidad visual grave en España puedan acceder a los textos en el formato que necesiten y para la finalidad que lo requieran.

Pues bien, uno de los requerimientos es el ocio: “Además de producir en Braille, también trabajamos en formato audio. Una de las finalidades más importantes es el ocio, y en ese sentido, grabamos libros. Estas grabaciones suelen estar a cargo de proveedores externos que siguen unas pautas muy específicas. Con el audiolibro, las personas ciegas pretendemos “leer” como si lo estuviéramos haciendo en papel. Por eso, preferimos que el lector no interprete demasiado, o lo haga lo mínimo indispensable. Esto nos diferencia del audiolibro comercial, donde normalmente se recurre a actores que interpretan voces y personajes. Esto nos permite echar a volar la imaginación, sin que el lector imponga una interpretación.”, explica Carmen.
Bayarri explica que el trabajo con audiolibros comienza desde las décadas del 50 y 60, a partir del uso de magnetófonos. Desde entonces, los “libros hablados” —así los llaman— fueron evolucionando desde grabaciones caseras con mucha intromisión de ruido, casetes de cuatro pistas, CDs y luego, los soportes digitales, y en especial con el DAISY (Digital Accessible Information System), el colectivo dio un gran salto. En la actualidad, la Biblioteca Digital ONCE cuenta con más de 85.000 títulos y, el 60% de ellos, está disponible en formato audiolibro.
¿Cómo es el proceso de selección editorial? ¿Qué se adapta y qué no?
El primer criterio lo marca la persona afiliada. Nosotros no dirigimos la lectura. Si alguien nos llama y nos pide un libro en audio o en Braille, lo hacemos. Proponemos lecturas únicamente para los más pequeños, porque sabemos que no suelen pedir directamente. Todos los meses encargamos libros basándonos en selecciones editoriales, best-sellers o libros premiados y esta selección está a cargo de una comisión compuesta por seis o siete personas. Ahora bien, en materia de libros educativos o laborales no hay filtros: se hace todo lo que piden.
Consultada por los derechos de autor, Bayarri explica que la Ley de Propiedad Intelectual, en su artículo 31, les permite adaptar cualquier obra sin pedir permiso al autor. En paralelo, ONCE tiene convenios con editoriales y asociaciones como la Asociación Nacional De Editores De Libros Y Material De Enseñanza (ANELE), que les facilita versiones digitales, lo cual ahorra todo tipo de recursos.
Finalmente, Carmen es optimista con el formato: “Más no se le puede pedir. Está avanzando a pasos agigantados. Hasta hace poco era un mercado inexistente y ahora es enorme.”
El audiolibro como extensión expresiva del autor
Xiomara Walton es argentina y vive hace siete años en España. Recientemente acaba de publicar el libro de poemas Payanas, editado por Huerga y Hierro. Allí retoma el juego infantil con una metáfora central: cómo damos valor a lo que nos rodea según nuestras propias proyecciones internas. Inspirada en una cita de Churchill sobre las piedras preciosas, Walton explora cómo lo que consideramos valioso —objetos, personas, experiencias— está ligado a nuestra percepción emocional y simbólica. El libro se divide en distintas secciones que incluyen poemas eróticos, filosóficos, feministas y sobre la experiencia migrante, todos unidos por un tono lúdico.

¿Cómo surgió la idea de hacer tu poemario “Payanas” en formato audiolibro?
La editorial me propuso incorporar un QR en las páginas de manera tal que el lector pudiera escuchar desde su móvil el poema con la voz de la autora. Me atrapó el formato: de esta manera, el objeto se completa, como adicional te llevás el audiolibro.
¿En qué consiste tu proceso de producción sonora para los poemas?
Me gusta incorporar sonidos para dotarlo de una experiencia diferente: dentro de lo orgánico del artista, lo importante es incorporar matices. Creo que está en pleno desarrollo y que al audiolibro le falta terreno por caminar. Además, se adapta a los tiempos en los que vivimos: muchas veces me gustaría ir escuchando un libro mientras voy de un lado al otro y no siempre lo que uno quiere está disponible. En mi caso implicó modular la voz y hacer muchas pruebas hasta obtener el resultado deseado. Me gusta tener muy bien definido lo que suena de fondo antes de colocar mi voz. En el momento quiero estar escuchando la melodía para poder integrar mi voz al sistema y su intencionalidad. Si fuese al revés, no daría los mismos resultados.
Tu trabajo está atravesado por distintas artes: ¿Cómo intervienen todos estos elementos a la hora de poner en juego este formato?
No pienso tanto en el libro en sí de antemano sino en todos aquellos momentos en los que uno declama y tiene que expresarlo con la voz y llegar a la otra persona. Para mí es importante que, cuando yo me escucho, pueda transmitir esas sensaciones que tengo cuando escribo. Es imprescindible conectar, luego es difícil que eso llegue al otro como uno quiere. Hay que estar presente y buscar de qué forma, con qué sonidos y qué música interpretarlo. Por citar un ejemplo, he trabajado con un gran músico cubano llamado Jorge Iván Martín . Musicalizó cuatro poemas de distintos poetas; en mi caso, el resultado fue una cumbia. Nos gustó tanto el resultado que lo convoqué para que musicalice uno de “Payanas” también.
La poesía, a diferencia de otros géneros, está pensada especialmente para ser interpretada ¿Creés que amalgama especialmente con el audiolibro?
La poesía y los versos siempre fueron una cuestión popular, nacieron en las calles. Hay muchísimas frases, versos y poemas que son anónimos, justamente, por ser tan fáciles de memorizar. En los tiempos cortos que tenemos, creo que la gente lee mucha poesía y creo que es fácil de integrar también en el formato audiolibro.
Hablando de tiempos breves y consumo audiovisual ¿Creés que este formato tiene alguna impronta extra para los centennials?
Habría que estudiar qué se está necesitando para poder brindar un buen material: la música tiene gran poder de recuerdo. Mi hija adolescente vive escuchando música; hay que interpretar, más allá de la música comercial, cómo construir bases o sonidos que se combinen con mensajes importantes, acercarles autores que quizá desconocen.
Por último, la autora acompaña la reflexión de Morali y piensa en un futuro en donde el audiolibro esté vinculado a un objeto físico: “hay que ver cómo innovar; por ejemplo, entregando dispositivos audibles, la vuelta al objeto. Una opción podría ser regalar cajitas musicales que incluyan poemas narrados.”
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